Cuando concebimos el nombre de Encuentros Eleusinos lo hicimos con la voluntad no sólo de recuperar el espíritu del antiguo santuario iniciático de Eleusis, sino también de dotar a la palabra «encuentros» de un sentido amplio y polisémico. Por una parte, estos cursos procuran abrir una grieta en nuestra rutina que en última instancia nos conduzca a «encontrarnos» a nosotros mismos, o al menos nos ponga en la senda del conocimiento; por otro lado, se trata de «encontrar» a otros buscadores que compartan nuestras mismas inquietudes por lo misterioso y que en un momento dado pueden convertirse en aliados en el camino del corazón; finalmente, los Encuentros Eleusinos fomentan el «encuentro» entre alumnos y ponentes, eliminando las barreras docentes y las tarimas, creando un ambiente de intimidad, amistad y sabiduría. Es eso lo que nos distingue.
Frank de la jungla no sólo nos guió a través de la selva, sino que descubrimos en él a un ponente apasionado, lleno de sabiduría; Francisco López-Seivane nos llevó a meditar a un palafito sobre el río al amanecer; David Jiménez casi se nos cae del cartel por los disturbios en Phnom Penh y en Bangkok; José María Poveda hizo terapia con bolas de fuego en la oscuridad de Kampot; y Dragó, artífice de los Encuentros Eleusinos, ejerció de perfecto anfitrión durante los 5 días que duraron los cursos. Hubo desmayos, bajadas de tensión, ebriedades y hasta un conato de naufragio. Pero sobre todo hubo comunión entre todos los asistentes, ya fueran ponentes, seminaristas u organizadores.
Dragó, Javier, Mari Carmen y Frank de la Jungla asisten divertidos a las ocurrencias de Jesús
Los comentarios de alrededor captan la atención de Dragó, que se dirige a Emi, Pablo, Violeta y Juan, en la otra mesa
Rafael, Silvia, Mari Carmen y Pablo comparten mesa con Dragó, López-Seivane, David Jiménez y José María Poveda
En el restaurante Kimly, en Kep, Eneko, Javier, Dragó, David Jiménez, Manolo y Jesús escuchan a Javier
Dragó se ríe junto a Javier acodado en la veranda del restaurante Kimly
Rafael intenta convencer a Dragó, David Jiménez, Ana y Javier, pero no hay forma
De regreso a Kampot, una parada obligatoria en el restaurante Happy Dreamily Pizza
Sobraron pizzas, pero el show de Jesús nunca falta
José María Poveda y Benjamín, en Les Manguiers
En el último desayuno ya se empiezan a atisbar las caras melancólicas