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«Excursión al acebal de Gallinero», de Javier Sainz

Al noreste de Soria, hacia el alba, está la Sierra del Alba.

La Sierra del Alba tuvo importancia ganadera, y, en general, salvo algunos restos boscosos como este acebal, está calva. En su lado sur se encuentran una docena de pueblecitos, como Castilfrío de la Sierra… o Gallinero. Continuando en su vertiente norte, las Tierras Altas, más recias y despobladas. Estamos en el Sistema Ibérico, y las aguas a este lado van al Duero. Las del otro al Ebro.

Dentro de los VIII Encuentros Eleusinos: «Lugares sagrados», celebrados en Castilfrío de la Sierra, el día 20 de septiembre, sábado por la tarde, tras la ponencia de López-Seivane, figuraba una visita al «Acebal de Gallinero».

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Fernando Sánchez Dragó, el día anterior, ya había dicho que aunque él viniera no iba a guiar, y dependía de cada cual el descubrir «los espíritus elementales» del lugar. Como en un laberinto, con su entrada y su salida, cada cual buscaría su minotauro.

Y así, tras desplazarnos los asistentes por las carreteras locales, que siguen paralelas a la sierra hasta Torrearévalo, y luego subir una pista hasta el parking de acceso al pie del Alto de la Cruz, se dejaron los coches, y cada cual empezó su aventura.

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Dragó y Juan charlan a paso filosófico

El acebal, desde el aparcamiento, y desde la inmediata puerta de entrada a su dehesa, se contempla en panorámica como unas manchas arbóreas que desde lo alto se desparraman por la ladera. Ya desde lo lejos se divisa que está compuesto por ejemplares aislados de acebos (en forma de grandes conos) o agrupados en formaciones densas y extensas. Abajo, el valle con sus pueblecitos. Y más abajo la meseta que se allana y extiende.

El acebal, por su valor ganadero, se lo disputaron los pueblos de la zona, perteneciendo actualmente a Arévalo de la Sierra y conociéndose como «Acebal de Garagüeta». Éste es su verdadero y evocador nombre, y si perdura el de «Gallinero» es porque también se puede acceder por abajo desde este pueblo (andando más trecho y con más pendiente).

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Miguel, Juan y Óscar charlan con Dragó en la retaguardia del grupo

Tras entrar a su dehesa, y seguir el camino que nos introduce al acebal, varias pistas y senderos se bifurcan. Lo mejor es avanzar e internarse buscando las espesuras. Y es que es donde los setos se vuelven densos y grandes, donde en su interior están los «sestiles» o «cuadras», corredores y cuevas vegetales que se forman, y que son aprovechados por el ganado para estar más frescos en verano y más protegidos en invierno. Desde fuera no se ven, pero se intuyen, y buscando una entrada podremos introducirnos y recorrerlas saliendo por otro lugar. Del verde intenso e iluminado del exterior pasaremos al marrón sombreado y cobijado del interior.

Paseando nos encontraremos con sus fuentes (a veces con abrevadero). Pero sobre todo debemos visitar el chozo de pastor que se encuentra en una pradera por el centro-abajo. Es circular, con cúpula de piedras encajadas, y recubierta por fuera con tierra en la que crece hierba. Rústico, sencillo, ¡emocionante! Ejemplo de algo hecho con técnica y amor. Arte y Naturaleza en el acebal.

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Javier, María, Blanca, María Aurora y Toté en la choza de pastor

Pero, y considerando el tema del Encuentro, ¿es este acebal un «lugar sagrado»?

No sé, pero aplicaremos los 3 criterios que ayer nos expuso el escritor para calificar así a un lugar, y que cada viajero/lector decida:

1º-. ¿Es digno de respeto?
El acebal tiene varias figuras de protección. Es Reserva Natural, LIC (Lugar de Interés Comunitario) y ZEPA (Zona Especial de Protección de Aves). Sería retórico insistir en sus valores paisajísticos, faunísticos o medioambientales, que están a simple vista, y se pueden consultar en libros o en la red.

Aunque este respeto es a medias, ya que hasta en su Creta superior norte pusieron molinos de viento (autorizados por esos mismos que lo anterior catalogaron).

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Juan Francisco entra en los «sestiles» creyendo que nadie le ve

2º-. ¿Es objeto de reverencia religiosa?
De las religiones oficiales constituidas no. Pero cada vez hay más personas que veneran la Naturaleza, y se descalzan y persignan al entrar en un bosque. En la antigua religión de los druidas, el acebo, por sus colores intensos y ser siempre verde, era planta mágica. Y sus «cuevas vegetales» no sólo eran refugios, sino también templos.

Quien estuvo dentro, ¿no sintió profunda emoción?

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Ceremonia penumbral en los «sestiles»

Y 3º-. ¿Se manifiesta lo sublime?
¡Por supuesto! Porque sublime es que esta planta de hoja dura con pinchos y de un verde brillante eche bolitas de rojo intenso. Y que sus ramitas sean símbolo de la Navidad. En esas fechas del solsticio el acebal «explosiona» y se hace presente en decenas de miles de comercios y hogares de España.

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Álvaro Bermejo sale del laberinto de los «sestiles»

Puede que, la próxima Navidad, ¡Garagüeta entre en tu casa!

Javier Sainz Ruiz

Para saber más:
– Sobre el Acebal de Garagüeta en la red hay varias páginas. Como proyecto sobre el acebo como recurso de desarrollo rural: www.elacebarillo.com
– De la despoblación y de los pueblos abandonados: «La Sierra del Alba», de Avelino Hernández, y «Historias de la Alcarama» de Abel Hernández.

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La felicidad del iniciado: Elena, Carmen, Maite, Marisa y Montse

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